MEDIDAS PARA UN MODELO DE SEGURIDAD VIAL
Las acciones informativas y sancionadoras no han podido evitar las imprudencias de los conductores, así que la siniestralidad vial sigue siendo un problema de gran trascendencia en nuestra sociedad.
El principal objetivo es reducir las tasas de siniestralidad y mortalidad, y para ello deberíamos centrar gran parte de nuestro esfuerzo en la formación, como se hace en el centro y norte de Europa, pero la realidad es que esta no puede ser la única medida, necesitamos mayor implicación de todos los intervinientes en la formación, en el desarrollo y aplicación de las normas de tráfico, para una reducción real de la accidentalidad.
Con la anunciada intención de hacer un cambio radical y necesario en la nueva ley de seguridad vial, y que las nuevas medidas que se tomen con el objetivo de reducir accidentes y víctimas de tráfico tengan resultado, se ha de generar un ambiente que ofrezca un interés y un cambio de actitud en los conductores, pre- conductores y usuarios en general, y eso solo sucederá si se genera un clima de confianza con medidas que sean consecuentes con la necesidad social real, mostrando seriedad, control, formación, evaluación, y una implicación directa de la administración colocando la formación y la seguridad vial en el escalafón que le pertenece y no únicamente culpabilizando al usuario y destapando la sensación de afán recaudatorio.
Con todo esto no queremos decir que las medidas que se están llevando a cabo no sean adecuadas, quizá, es que no terminan de ejecutarse adecuadamente y por esa razón no llegan a ser resolutivas, es importante que las medidas que se van tomando tengan un seguimiento para comprobar su fiabilidad y sean efectivas y no necesariamente siempre deben ir acompañadas de una gran inversión económica, algunas incluso tienen “coste cero”, y en todo caso invertir en seguridad vial siempre nos aportará beneficios en el futuro.
” El principio de legalidad o primacía de la ley es un principio fundamental, conforme al cual todo ejercicio de un poder público debe realizarse acorde a la ley vigente y su jurisdicción y no a la voluntad de las personas.”
Las leyes son muy claras, pero quedan supeditadas a la buena voluntad de los usuarios a querer cumplirlas, y es aquí donde radica el mayor de los problemas, como se pudo comprobar con medidas tan importantes y beneficiosas para todos como la implantación de la obligación del uso del casco, y el propio cinturón de seguridad.
Si ponemos un semáforo en cada paso de peatones, ¿creen que realmente se obedecería su fase en color rojo? NO!!, pero seguramente si a la señalización que todos conocen se le acompañara con la presencia de un agente entonces si tendría efecto. Es algo parecido a lo que sucede con la señal de STOP, desde pequeños si saben su significado sin embargo a la hora de cumplir nadie, absolutamente nadie cumple con ella.
Esto evidencia que el simple hecho de conocer las normas no es garantía de éxito y que hay que incidir en los valores y la voluntad de querer cumplir, empezando en la fase escolar y los nuevos conductores, generando una corriente con tendencia positiva que se anteponga a la resistencia al cambio de los actuales conductores, invirtiendo la situación que sucede actualmente, (utilización de glorietas, stop, paso de peatones, circular por el carril central, etc….)
¿Cuántas multas se ponen por incumplir en glorietas, pasos de peatones, no utilizar los indicadores de dirección adecuadamente o no efectuar un stop?, y por circular por el carril central?. Parece ser que como no se consideran altamente peligrosas, a los usuarios tampoco les preocupa demasiado cumplir o no esas señalizaciones.
Cualquier modelo de SEGURIDAD está basado en la PREVENCIÓN Y FORMACIÓN (construcción, sanidad, educación, etc.. MAS VALE PREVENIR QUE CURAR!!), sin embargo en la SEGURIDAD VIAL en vez de estar basada en la prevención y la formación, parece que está enfocada más al castigo y a las estadísticas en las que ”SI NO MUERES NO CUENTAS”.